La televisión, el invento que marcó un antes y un después en la vida de las personas, es protagonista esta semana. La ONU proclamó el 21 de noviembre el Día Mundial de la Televisión por ser un medio revolucionario y por su influencia en la toma de decisiones de compra. Hoy, para muchos, su primacía ha pasado a la historia con la llegada de Internet.
Internet fue el futuro y ahora es el presente. Su número de usuarios alcanzará dentro de poco a la totalidad de los millones de espectadores de la caja. Entonces, ¿cómo podemos aunar las distintas posibilidades que ambos medios ofrecen sin que uno fagocite al otro? ¿Pueden tener una relación de simbiosis? La descentralización del poder mediático de la televisión no tiene por qué ser traumática.
Internet ha posibilitado que dispongamos de la televisión a la carta. Este servicio permite que podamos ver nuestros contenidos favoritos dónde y cuándo queramos, pudiendo llegar a una audiencia más específica y permitiendo que las acciones publicitarias y de marketing sean más eficaces. El problema está en que las redes sociales también permiten que sepamos qué contenidos televisivos se están emitiendo sin necesidad de verlos, provocando que los millennials ya no vean la televisión. Por lo tanto, la efectividad descrita anteriormente queda en entredicho. ¿Cuál es la solución?
Muchos expertos en la materia consideran que la televisión debe producir contenidos premium para atraer a aquellos espectadores que ya no la ven pero sí consumen vídeo online. A cambio, la publicidad se integrará como un ‘peaje’ que hay que pagar para disfrutar de dichos programas. La calidad de la producción atraerá a más anunciantes y su apoyo a estas plataformas en la red provocará un incremento de sus presupuestos de publicidad y marketing. De hecho, según IAB Spain, el 75% de los usuarios acepta de buen grado la publicidad si esto les permite disfrutar de buenos contenidos de manera gratuita.
Otra opción es Twitter. La red social cuenta con muchos usuarios y ofrece a las marcas y a los operadores de televisión participar en la conversación en la red en la que están muy presentes los millennials. De esta manera, los creadores de contenidos pueden llegar a un público más joven gracias al desarrollo de acciones de marketing de marca y las colaboraciones de estas con los influencers.
Para ello, las marcas personalizan la comunicación en Twitter, crean mensajes brand awareness para aquellos usuarios que hayan tuiteado sobre un programa determinado o mensajes de fidelización para quienes hayan tuiteado dicho programa y sean seguidores de la propia marca.
También los operadores de televisión deben aprovechar la instantaneidad que brinda Twitter para interactuar con su público y así, responder a sus demandas. Además de esta inmediatez, también es necesario que los programas sigan en la mente de su público a través de la publicación de mensajes que evitan el olvido de ese contenido que ya no se encuentra en antena. De esta manera, generamos el tan ansiado engagement.
Otra alternativa es la producción de programas exclusivamente para el ámbito online. Contenidos donde la interactividad sea la estrella del programa frente a la pasividad de la caja. La posibilidad que actualmente ofrece la televisión a través de los hashtags para que el telespectador pueda comentar los programas en las redes sociales, no es suficiente y no retiene en su totalidad a los millennials. Para ellos, es necesario producir contenidos personalizados y basados en la experiencia, generando una fiel relación.
Estos son algunos tips para que la televisión siga reteniendo a los nativos digitales.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que Internet acabará definitivamente con el tradicional modelo en el que vemos televisión?