Un creativo no llega nunca a desconectar del todo, siempre tiene un runrún de fondo que le devuelve a pensar en el briefing que tiene entre manos.
Precisamente por esto, es importante tener rutinas, para asegurarnos de tener tiempo para todo, comer despacio, jugar con nuestros hijos, dormir bien y trabajar obviamente, pero sobre todo para desconectar, para inocularnos buena creatividad en forma de películas, juegos, exposiciones, lecturas, y también grandes dosis de cotidianidad. Y aquí es donde el teletrabajo ha interferido en nuestras rutinas, eliminando los tiempos de desplazamiento a la oficina, aquellos que nos permitían dejar la mente en blanco en el bus, y que si hacíamos corriendo, mejoraban nuestra forma de pensar, ya que el movimiento nos ayuda a desbloquear la mente.
Nos ha robado el socializar con gente a la que veíamos a diario, con la que nos gusta charlar, tomar cañas, perder el tiempo, porque somos seres sociales y nos enriquecemos con el intercambio de historias.
Para los creativos “pelotear” con otros creativos es vital para estresar ideas y hacerlas crecer. Sin estos intercambios, miles de grandes ideas jamás verían la luz. Perder esto es un lujo que no podemos permitirnos. Por eso habrá que reinventar nuestra forma de trabajar, llamarla escalonada o cuarto y mitad, pero preservando las sesiones de trabajo creativo comunitario, armados de mascarillas y geles, pero juntos al fin, en un mismo espacio.
Un artículo del Financial Times, decía que ir a la oficina te permite ser una persona diferente a la que eres en casa, y esto es importante para el desarrollo mental e intelectual.
Cambiemos pues, pero sin perder lo más importante del trabajo creativo, el de equipo.
-Sebastián Méndez-