[vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Pensamos la estrategia, contratamos los medios, preparamos las creatividades, un mensaje claro e impactante, un Call to Action irresistible y, por increíble que parezca, no existe ningún inconveniente en el desarrollo de la campaña , la lanzamos… y vaya, el resultado no es el esperado, pero… ¿Por que? Segmentación… canal… producto… todo medido al pixel, y ahí es donde nos acordamos de los adorados “adblockers”.
Y es que aún en nuestra utopía es muy fácil señalar un factor que está fuera de nuestro control cuando realmente el problema lo tenemos dentro, clientes, agencias, creativos, soportes…[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Y es que el mundo digital ha dotado al usuario de poder de expresión y decisión, le ha enseñado un lenguaje que no conocemos, donde ya no vale el “porque yo te lo muestro”, y si queremos comunicarnos con ese usuario tenemos que conectar con él, hablar en su mismo lenguaje y contarle cosas de forma amena, y por supuesto, lo más creativas posibles, no vendérselas a la fuerza.
O podemos limitarnos a seguir haciendo las cosas como hace 10 años y caer en el olvido digital.
La decisión, al fin y al cabo, es cosa nuestra.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]No nos confundamos, el adblocker no es el enemigo, simplemente es un “filtro de contenido irrelevante para el usuario”. Vivimos en una época donde las marcas ya no tienen el poder de decisión y el adblocker es “el mando a distancia” del usuario digital, que con el tiempo se ha convertido en esa víctima a la que hemos engañado incontables veces con contenido insustancial y traicionero; es a quién hemos asaltado a través su pantalla con anuncios sin cierre ni escape, haciéndole perder el tiempo con algo que no le interesa “solo” por ser de “introduzca segmentación favorita aquí”.
Tenemos que visualizar el adblocker como un portero que el usuario ha dispuesto a la entrada de su fiesta y que nos dice que “con ese contenido no entras”, y aunque podemos “sobornar” al portero para que nos incluya en la whitelist de entrada y podamos pasar. Tenemos que aceptar una realidad dolorosa, y es que entrar en la fiesta no quiere decir que el usuario nos vaya a hacer caso. Y es que solo tenemos que mirar a nuestro entorno digital para ver qué es lo que interesa y qué no, para ver que por mucho que nos empeñemos, nuestro target ha evolucionado con el medio en el que se mueve.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_single_image image=»15122″ img_size=»large» alignment=»center»][vc_empty_space][vc_video link=»https://www.youtube.com/watch?v=pnbBwlv0ASE»][/vc_column][/vc_row]